lunes, 30 de julio de 2012

Todos son corruptos

Leo en twitter a @perezreverte, en lo que yo llamo su “homilía dominical”. El escritor, periodista y académico se desgañita por enésima vez, en el “Bar de Lola”, un rincón virtual en el que nos reunimos seguidores y detractores del popular, contra los abusos de la clase política hispana. En esta ocasión, habla de un futuro viaje que un grupo de parlamentarios hará a la China desglosando a “grosso modo”,  los gastos que generará dicho viaje, dudando a la vez de que éste pueda reportar algún beneficio a la maltrecha economía española.  Yo también lo dudo. Si porviajes fuera, dejando cacerías elefantiásicas aparte, aquí tendríamos que tener un PIB tres veces superior al de Japón. Pero no. Aquí seguimos cada vez más  recortados sin que los viajes se recorten.  Ni los viajes, ni los asesores. Esta semana dos más. Esperanza Aguirre, preocupada por la cosa laboral, ha llamado a Ana Botella y le ha pedido enchufe para dos parientes y doña Ana, buena amiga y no sé si tan buena alcaldesa, ha buscado ocupación a los afortunados. Reconozco que la cosa me ha dolido. Yo pensaba que doña Aguirre era una política quizás un punto carca pero yo la  hubiera calificado como persona honesta a pesar de que ya me defraudó hace algunos años. Muchos lo recordarán. Viaje a la India, con una delegación de empresarios madrileños, atentado en el hotel donde ellos se hospedaban, tiroteo y salida por pies descalzos,de la señora Presidente, que deja allí a la delegación, piernas pa que os quiero, y como si fuera un   Schetinno cualquiera planta en la India a toda la delegación que ella capitaneaba, se pilla el primer avión y se viene a la vieja, pero tranquila, España. Por supuesto que nadie esperaba que saliese a pecho descubierto a reducir a los terroristas pero hubiera dicho mucho en su favor que, una vez en la calle, se dirigiese al consulado español, esperase al resto de viajeros, organizase su salida del país y ella fuera la última en montar en el avión que los trajera de regreso. En fin, el miedo es libre y nadie sabe cómo actuaríamos en una situación similar y si no, que se lo digan al ya mencionado  Schetinno cuando se cayó en la lancha. Ahora no  existen justificaciones y lo que han hecho Espe y Ana, Ana y Espe, tanto monta, ha sido con premeditación, abuso de poder y alevosía. Que en estos momentos se recorte el sueldo a funcionarios, que se dejen de pagar premios a trabajadores que llevan 25 años de servicio, que los jubilados tengan que abonar parte de los medicamentos que hasta hace unos días eran gratis, que se suba el IVA, los impuestos y que en este contexto de crisis económica y social ellas se permitan  enchufar a dos parientes es para patearles las meninges. A ellas y a todos los que se lo consienten. Pero vuelvo al tema de la homilía revertera.  En un momento dado, alguien apuntó al anfitrión, que no todos los políticos eran iguales, que algunos eran honrados y que generalizar es injusto. Don Reverte, buen marino, recoge velas y asiente en la mayor. Efectivamente él no ha dicho que todos sean iguales, que muchos son honrados   aunque también haya muchos que se unen a la trapisonda de mangancia bajo la buena sombra del árbol parlamentario al que se han arrimado.  Esta buena sombra también cobija a diputados hijos de papá, que han pasado inadvertidos hasta que han abierto la boca por primera vez (Verdad, Andrea Fabra?) . Esta sombra cobija a diputados que teniendo casa, hasta cinco, y viviendo en Madrid,se permiten estar cobrando desde el año 1980, cerca de dos mil € de complemento por dietas de desplazamiento (¿Verdad, Alfonso Guerra?). Y el resto de los 350 diputados y nosecuántos senadores, con carita de inocente silbando distraídos y contestando “no todos somos iguales”. . En lugar de señalar con el dedo a los tramposos, en lugar de expulsarles a patadas de ese templo que debería ser el Congreso de los Diputados, de forma vergonzosa callan y otorgan. Luego se extrañan de que los metamos a todos en el mismo saco de mangantes. En otros, bastantes, casos, justifican el buen hacer político diciendo que el alcalde o el concejal de un pueblo de 500 habitantes es honrado y se mata a trabajar por sus vecinos. ¡No me jodan!  Esos señores, están a tanta distancia de lo que estamos hablando, como puede estarlo el presidente de la comunidad de vecinos de la madrileña Torre Picasso. Esos no son políticos, son gestores con su trabajo habitual de boticario o carnicero que echan unas horas de trabajo para lograr que el pueblo funcione y que haya corrida de toros el día del Patrón.  De esos no estamos hablando. Yo hablo de los otros, de los que cortan el bacalao en este país. De los que aprueban entre aplausos y risas que se quite la paga de Navidad. Esos no son honrados. Bueno, quizás haya alguno cuya voz no se pueda escuchar por culpa del peso de la mayoría sinvergüenza y conformista. Exceptuemos pues a esa hipotética muestra que nos sirve para confirmar la regla. Los demás, por colaboradores en el mangoneo, son deshonestos y, mientras su voz no se alce para denunciar y expulsar a los malos, tenemos el derecho a llamarles hijos de puta.  Querido lector, siento el exabrupto pero yo también necesito desahogarme.

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