lunes, 28 de noviembre de 2016

Historias de superación

#historiasdesuperacion
Futuro incierto        
Todo había comenzado unos meses atrás. Agobiada por la situación del país y alentada por las noticias que se recibían de aquellos que ya habían  iniciado  la aventura pensé que a mí también me había llegado el momento de buscar una vida mejor. Pregunté a una de mis vecinas cuyo hijo había alcanzado ya la meta soñada, quién era la persona de contacto que me podría facilitar el viaje.
            —En cualquier bar de la zona pregunta por Tarek —me respondió—. Dile lo mismo que me has dicho a mí. Que estás harta y que te quieres marchar. Pero, niña, ten cuidado con él. ¿Cuántos años tienes?
            —Quince —respondí—. Pero…. ¿Por qué he de tener cuidado?
            Ella suspiró antes de contestar.
—Niña, eres joven y preciosa. El viaje es caro. ¿Tienes dinero ahorrado?
            No lo tenía. Pero ya lo pagaría cuando llegase a destino con los primeros sueldos que ganase. Dos días después, Tarek me esperaba sentado en el reservado de un bar cercano. Era un hombre gordo que sudaba profusamente. Vestía una camisa blanca inmaculada con los botones desabrochados dejando asomar un grueso cordón de oro.  Pantalones caros y zapatos brillantes como un espejo. Me miró de arriba abajo mientras se hurgaba con un palillo unos dientes negros por el tabaco.
            —¿Quieres viajar? —Me dijo como todo saludo—. Hay muchos que quieren hacerlo y las plazas son pocas. Además, ya sabes, hay que contratar el barco y la tripulación, pagar el combustible, comida para la travesía y los inevitables sobornos a las autoridades. Eso es dinero, mucho dinero.
            —No importa, estoy decidida a todo —respondí—. Ahora no tengo mucho pero… prometo pagar. Podré pagarles cuando consiga trabajo.
            Soltó una carcajada y se acercó hasta que pude percibir como su aliento a tabaco y alcohol me inundaba.
            —No, cariño, las promesas no sirven —dijo mientras que sus dedos desabrochaban los botones de mi blusa—. Pero hay otras formas… ¿sabes? Siendo un poco cariñosa conmigo y con mis amigos, en poco tiempo lograrás el dinero suficiente para el viaje…

            Decían que el viaje sería duro pero nunca imaginé hasta que extremo. Ya han muerto algunos de los nuestros y el patrón de esta pequeña cáscara de nuez hizo que los arrojásemos al mar. Su fallecimiento, después de todo, ha sido una bendición para los que todavía seguimos vivos. Podremos disponer de un poco más de agua y una parte extra de comida. Así aguantaremos unos cuantos días más. ¿Quién será el próximo? Quizás esa mujer. Está a punto de parir y su hijo no conocerá esa tierra prometida. Esa tierra de trabajo y bienestar por la que todos soñamos. Esa tierra en la cual nadie necesite venderse a turistas deseosos de carne infantil a cambio de algunas monedas, sencillamente para poder comer al día siguiente. O para poder marcharse. Había escapado de un infierno para caer en otro distinto. Quemaduras por el sol, una sed insoportable que el agua salada no puede paliar y un horizonte que se curva en una trágica mueca entre los azules de cielo y mar. Pero este sufrimiento tendrá un pronto final. Si morimos, todo se acaba pero quien logre aguantar, si es que alguien lo hace, recibirá el paraíso como premio. El principio también será duro. Un centro para inmigrantes y luego, cuando salga, intentaré encontrar un trabajo. Recogiendo fruta, limpiando casas o cuidando ancianos. Dicen que en los países ricos se puede ganar mucha plata. Tanta como para poder vivir bien y enviar lo suficiente a la familia. No podré olvidarles: Papá, mamá, los hermanos pequeños, el abuelo, siempre con sus historias. ¡Viejo chocho! Dice que, cuando él era niño, su papá le contaba que antes las cosas no eran así. Entonces había buenos trabajos y comida para todos.  Y también dice que la gente venía de fuera, desde lugares como al que ahora vamos en barcos como éste y que todo sucedió apenas hace cien años. Que hubo una crisis y que muchos países se hundieron en muy poco tiempo. La gente que había emigrado volvió a sus lugares de origen. Sus naciones avanzaron rápidamente gracias al trabajo y a los conocimientos de los que allí tornaban y que los pueblos de África progresaron dejando muy atrás una Europa que se deterioraba cada vez más. ¡Sueños de loco! ¿Quién se puede creer eso? ¡Qué cosas más raras se les ocurren a los viejos! ¿Alguien se imagina que, apenas hace cien años, en África se pasara hambre? Pero… ¿Qué es aquello? ¡Cielos! ¡Un barco! Parece un barco de salvamento, y se dirige a nosotros. ¡Bendito sea Dios, estamos salvados! ¿De dónde será? Quizás Guinea, Senegal o Camerún. Me hace ilusión, pasear por las elegantes calles de Malabo o Dakar. Quizás hasta encuentre novio allí pero… no lo creo. Dicen que los negros son muy racistas y que a los blancos no nos quieren…